El bienestar se relaciona por regla general con la calidad de vida personal, esto es, con las condiciones materiales de un territorio que posibilita el desarrollo económico-social necesario para el progreso personal. Es vinculante al binomio trabajo-ocio, el estado de bienestar prometía a los trabajadores ocio y tiempo libre, vacaciones pagadas y viajes allende los mares. El ocio acabará reemplazando a la ocupación como marcador veraz de la organización social. “No solo los juegos y las diversiones sino la vida misma existe para nuestro disfrute. El mundo del trabajo no ha montado ninguna contraofensiva, responde marchitándose, ofreciendo a los trabajadores una libertad cada vez mayor de las restricciones que les impone. El mundo del trabajo no ha montado ninguna contraofensiva, responde marchitándose, ofreciendo a los trabajadores una libertad cada vez mayor de las restricciones que les impone” (MacCannell)
Los espacios turísticos reúnen en un corto intervalo espacio-tiempo el sueño del bienestar, la sobreabundancia material, la idealización geográfica, el territorio de las relaciones personales enriquecedoras, un hipotético paraíso donde se consumarán todas las necesidades reales e imaginadas de sus consumidores. La crisis del estado del bienestar ha impedido su representación fidedigna pero la postal –entendida como la imagen turística por antonomasia- es la única representación del bienestar que pervive a su crisis. El paisaje del bienestar es el paisaje turístico, una tierra utópica donde todos los deseos serán cumplidos: un mundo idílico de paisanos en perfecta armonía con su entorno, experiencias únicas y relaciones entrañables. Para Umberto Eco el bienestar radica en el more, adverbio de cantidad que aparece invariablemente en la publicidad televisiva de Estados Unidos. Nunca se dirá sírvame otro café u otro café sino more coffee. Explicita “mucho más” de lo que puedas alcanzar. Lo inalcanzable, la sobreabundancia solo se hace posible en la postal turística.

de nuevo confiar al -y en el- paisaje una labor casi medicinal para los que viven en el. Es un valor seguro y positivo que avala el resultado de un “buen paisaje”.
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