En las últimas décadas, el uso del termino 'paisaje' ha sufrido tal inflacción que hoy se hace difícil saber qué queremos decir con él. En su deriva expansiva, ha arrastrado además a otros términos relacionados -paraje, lugar, país, espacio, ambiente, entorno...- con los que ha llegado a solaparse provocando un problema de indefinición que parece meramente filológico pero que, sin embargo, afecta a la conceptuación de nuestra ya de por sí tensa relación con el territorio. Por ello consideramos pertinente abrir un espacio para clarificar las relaciones entre arte, paisaje y territorio.

Imaginario

El paisaje es una representación. Y la representación es una herramienta de dominio. Somete una realidad –que, con frecuencia, no tiene vocación de significar- al orden de unas categorías que la hacen aprehensible –al menos intelectualmente-. Esta circunstancia se hace si cabe más manifiesta en esta civilización de la imagen y el conocimiento, en la que saber y poder se hayan más unidos que nunca y la forma de (hacer) aparecer determina la consideración.
Si los filtros que aplicamos a la percepción de la realidad (o, más exactamente, que convierten en realidad una ‘cosa en sí’ imposible de re.conocer ‘al natural’) determinan nuestra percepción del entorno ¿podremos conocer el paisaje analizando las herramientas con las que lo representamos?
En este imaginario recogeremos imágenes arquetípicas de (inicialmente) cuatro ámbitos disciplinares con especial incidencia en el paisaje –la arquitectura, el turismo, la botánica y el arte- y analizaremos los condicionantes que sus diferentes sistemas de representación imponen a la conformación del territorio.
En la columna de la derecha, abajo, se encuentra el listado de las áreas temáticas con referencias a los ejemplos concretos que aparecen como las primeras entradas del blog.