En las últimas décadas, el uso del termino 'paisaje' ha sufrido tal inflacción que hoy se hace difícil saber qué queremos decir con él. En su deriva expansiva, ha arrastrado además a otros términos relacionados -paraje, lugar, país, espacio, ambiente, entorno...- con los que ha llegado a solaparse provocando un problema de indefinición que parece meramente filológico pero que, sin embargo, afecta a la conceptuación de nuestra ya de por sí tensa relación con el territorio. Por ello consideramos pertinente abrir un espacio para clarificar las relaciones entre arte, paisaje y territorio.

País

Se puede asimilar país a territorio y paisaje a la construcción simbólica y cultural del mismo, de forma que país ≠ paisaje, términos ontológicos bien diferenciados. Mediante un proceso de “artealización” (Alain Roger) el país (territorio) se convierte en paisaje, o sea, en un valor eminentemente estético.

El paisaje ha sido hasta el momento tanto la representación como su referente, desdeñando la dualidad y ambigüedad propia de la posmodernidad. El romanticismo llevó al extremo la simbolización. Paisaje para Humboldt es tanto el país como el paisaje. La confusión ha llegado hasta nuestros días de forma sistemática. Se enfrenta a los que estiman el paisaje en un sentido unidireccional, bien como una “ventana científica abierta al mundo” (territorio) o como su apreciación poética y estética. Lo cierto es que son términos difícilmente clasificables. Así el territorio o país para Alain Roger es un ente físico (piedras, tierra, naturaleza física) y para los geógrafos franceses e italianos un “espacio humanizado”.

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