En las últimas décadas, el uso del termino 'paisaje' ha sufrido tal inflacción que hoy se hace difícil saber qué queremos decir con él. En su deriva expansiva, ha arrastrado además a otros términos relacionados -paraje, lugar, país, espacio, ambiente, entorno...- con los que ha llegado a solaparse provocando un problema de indefinición que parece meramente filológico pero que, sin embargo, afecta a la conceptuación de nuestra ya de por sí tensa relación con el territorio. Por ello consideramos pertinente abrir un espacio para clarificar las relaciones entre arte, paisaje y territorio.

Hesperilandia



La postal turística contemporánea se ubica en la tesis de la construcción mítica de las islas, en la idealización geográfica de su territorio, las Islas Afortunadas, que traducido a la jerga turística actual, digna del más cínico de los discursos, podríamos llamar Hesperilandia, esa postal o naturaleza complaciente devenida en mito, repetida hasta la saciedad desde que Cairasco de Figueroa la describió en el s.XVI en su famoso poema la Selva de Doramas. Hasta los años treinta del s.XX fue el motivo requerido por los artistas canarios. Lo que Castro Borrego ha llamado la vanguardia en Canarias inauguró una nueva forma de concepción paisajera: el mito de las Islas Afortunadas, radicado durante siglos en el vergel del norte de las islas, se trastocaba en el sur árido de las islas, volcanes y tierras yermas poblaron desde entonces el sentir estético de literatos y artistas.

Pero la exaltación del mito de las afortunadas sigue vivo, presente en la imagen turística contemporánea de Canarias, los imagineros turísticos (Tullio Gatti y compañía) son los encargados de mantener la tesis del mito personificado en la postal.

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