En las últimas décadas, el uso del termino 'paisaje' ha sufrido tal inflacción que hoy se hace difícil saber qué queremos decir con él. En su deriva expansiva, ha arrastrado además a otros términos relacionados -paraje, lugar, país, espacio, ambiente, entorno...- con los que ha llegado a solaparse provocando un problema de indefinición que parece meramente filológico pero que, sin embargo, afecta a la conceptuación de nuestra ya de por sí tensa relación con el territorio. Por ello consideramos pertinente abrir un espacio para clarificar las relaciones entre arte, paisaje y territorio.

Megarregión

Apunta Florida los pros y contras de la globalización. Cierto que en materia cultural y artística la globalización ha dinamizado las redes y contactos del mercado artístico. Hasta hace poco el consabido viaje a New York o París era una asignatura obligatoria del artista reputado, hoy en día internet ha reducido los costes de difusión y movilidad del artista, tu obra podrá será reconocida en Ámsterdam o un pueblo remoto de la China continental sin salir de tu casa. Pero “el mundo es plano y puntiagudo al mismo tiempo” , el hecho de que los centros artísticos se hayan emancipado de su inalterabilidad histórica no los exime de convertirse en megarregiones económicas (Florida ha contabilizado un total de 12 en todo el planeta), que abarcan la casi totalidad de la actividad económica del mundo. Identificables en una cartografía del mundo puntiagudo por un área de luz nocturna continua y al menos una ciudad o región metropolitana que la vertebra. La LRP (producción económica actual en cada una de las regiones basadas en la luz) calibra su peso económico. Para que una región económica se alce como megarregión debe superar los 100.000 millones de dólares, cuantificador básico de la LRP. El Gran Tokio o el corredor Bos-Wash son las dos megarregiones más grandes del mundo, allí se reúne el talento, crecimiento e innovación y atraen al personal con mayor talento creativo del mundo. Una solución socorrida a la crisis inmobiliaria según Richard Florida: la concentración de población homosexual y bohemia funciona como imán de mentes abiertas y por tanto de innovación y alza del valor de la vivienda. “El valor de la vivienda en los vecindarios y en las comunidades donde viven artistas, homosexuales y personas bohemias es más elevado. Eso me hace pensar que, ahora, la gente quiere vivir en casas con vistas a un beatnik barbudo, dándole a los bongos mientras fuma un cigarrillo de clavo y cincela una escultura de k.d. lang” (...) “La teoría afirma que las comunidades tolerantes, donde es más probable que vivan homosexuales, fomentan una cultura de creatividad y de mentalidades abiertas, que pueden llevara innovaciones como Google, YouTube o ShirtlessHunksBaggingGroceries.com”.

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