En las últimas décadas, el uso del termino 'paisaje' ha sufrido tal inflacción que hoy se hace difícil saber qué queremos decir con él. En su deriva expansiva, ha arrastrado además a otros términos relacionados -paraje, lugar, país, espacio, ambiente, entorno...- con los que ha llegado a solaparse provocando un problema de indefinición que parece meramente filológico pero que, sin embargo, afecta a la conceptuación de nuestra ya de por sí tensa relación con el territorio. Por ello consideramos pertinente abrir un espacio para clarificar las relaciones entre arte, paisaje y territorio.

Turismo de guerra

La guerra se ha convertido en un destino turístico envidiable, capaz de suministrar emociones fuertes y aventuras inimaginables. Tour operadores especializados organizan paquetes de viaje con destino a Israel, donde los turistas se entrevistarán con agentes del Mossad, visitarán las zonas en conflicto y asistirán a los juicios de miembros del Hamas. Con razón dice Marc Auge que el turismo es la forma acabada de la guerra. A nadie asustan las visitas guiadas a la embajada de Japón en Lima para ver in situ los recovecos por donde discurrió el asesinato de unas veinte personas entre rehenes y terroristas de Tupac Amaru en 1996. El turismo de la guerra parece alentado por cierta morbosidad histórica, se organizan viajes ex profeso a Polonia para visitar Auschwitz y los campos de exterminio nazi, convertidos hoy en parque temático.

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